Man Bok Park no gusta de hablar, pero sus charlas suelen ser extensas una vez que la falsa sensación de fastidio que lo representa cae y su masticado español se deja llevar por la nostalgia. Entonces, ‘Manbo’ bromea, echa una carcajada y saca sin reparo un pañuelo para apalear el verano de su frente mientras habla. Su carisma lo vuelve un chiquillo de 74 años.
Escribe José Bragayrac
- ¿Todavía va a los coliseos a ver partidos de la Liga?
- Claro que sí. Voy al coliseo (Manuel) Bonilla. Algunos equipos están bien; pero otros no tienen equipo, ese nivel da pena. Reniego porque yo siempre voy, pero no me quedo hasta el último; es que siempre acaba muy tarde.
- Hace poco, el presidente de la Federación Peruana de Vóley, Luis Linares, admitió que Perú no tiene una selección mayor. ¿Coincide en eso?
- Perú está muy mal, hubo mucho cambio de entrenadores en los últimos años y hasta los Juegos Olímpicos de Brasil no alcanza. Hay muchas chicas jóvenes desde 18 hasta 21 años, pero queda muy poco tiempo. Recién a los 22 o 23 años se ve una jugadora buena, eso preocupa.
- Asume que no llegaremos a Río 2016…
- Para llegar a unos Juegos Olímpicos se necesita un trabajo de por lo menos tres años. No estamos a tiempo, faltan solo dos años y no hay trabajo a largo plazo.
- ¿Individualmente hay futuro?
- Sí, pero veo la Liga de mayores y ya hay mucha edad, en juveniles muy jóvenes todavía. Se siente la diferencia física a esa edad (cuando son muy jóvenes), además hay una mezcla de técnicas en las chicas; su cabeza se vuelve una mezcla de todo y de nada. Es muy difícil así…
- ¿Debió quedarse Natalia Málaga?
- Ella entrenaba bien, pero ya no quiere entrenar más. Cuando Natalia empezó a entrenar, yo hablé con ella porque tenía mi estilo. Siempre tuvo carácter fuerte. Ahora ha cambiado bastante, es más tranquila. No grita tanto, yo le decía si una chica falla y le gritas, se pone nerviosa, es peor. Y ella entendió. Hablé con ella cuando veía que gritaba por todo, me daba cólera. Aunque me decía: “Pero usted era peor”, yo le decía, sí, cuando una chica es malcriada, ahí sí, si no, tranquila, respira… y al final entendió.
- Combatió mucho contra la indisciplina. ¿Es cierto que lo llamaban de las discotecas para avisarle si veían a sus jugadoras?
- Antes mis amigos peruanos me ayudaban. Si era necesario, yo iba para allá a buscarlas. Si alguien llegaba 15 o 20 minutos tarde a los entrenamientos el día posterior, se moría dando vueltas al campo. Ahora ya no es como antes, yo tenía mano dura, en cambio ahora la indisciplina es muy fuerte. Ahora el castigo más fuerte es que invite helados para todos.
- ¿Le molesta ver poco vóley masculino?
- No hay aquí, todavía miran a un chico jugando vóley y dicen, ah, ese es maricón. Ese es el problema del peruano, la costumbre.
- ¿Cómo ve el futuro de Ángela Leyva?
- Tiene bastante futuro, pero debe cuidar su cuerpo, no malograr sus rodillas, de eso depende también el entrenador que tenga y su disciplina.
- ¿Qué siente por Perú?
- Muy bien, muy tranquilo, pero ya estoy cansado. Ya muy pronto me regresaré (a Corea del Sur).
- Más de 25 años deben haberlo ‘peruanizado’…
- Cuando me vaya voy a extrañar todo. Tanto que ya me gusta el cebichito, pero no con cerveza como en el Callao. Yo prefiero el cebiche con su pisco sour. Solo me faltó bailar una salsa. Me iré sin saberla bailar.