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Escribe Edmir Espinoza
La historia dice que solo vistiendo los colores de su selección, un jugador puede alcanzar la gloria. El resto de éxitos deportivos, sean títulos a nivel clubes o individuales, servirán para las vitrinas y los almanaques. La gloria -aquella sensación indescriptible, que anhela cada deportista vivo-, en cambio, está reservada solo para un minúsculo número de afortunados que, defendiendo los colores de su nación, logran alcanzar lo que casi nadie.
En el fútbol, solo un único torneo ofrece la gloria como premio absoluto. Aquí no hay subcampeones ni menciones honrosas. No hay premios consuelo. El Mundial de fútbol fue, es y será, por siempre, una oportunidad de oro para convertirse en una leyenda. En un héroe nacional por siempre. Benditos los campeones, porque de ellos es el reino de la eternidad. Y es que a la postre, cuando los años transcurran y los videos de hoy se conviertan en reliquias de antaño, nadie recordará los goles que un delantero X convirtió en el campeonato doméstico, sino aquella única asistencia que convirtió a un país es un carnaval.
El Mundial de Brasil 2014 no será la excepción. Cada jugador activo sueña con formar parte de la más grande competición del deporte mundial, aunque para algunos el sueño les será trunco. Jugadores fantásticos que por una o mil razones, se perderán la cita mundialista, y con ello, la posibilidad de quedar inmortalizados en los anales de la historia del fútbol de su respectivo país.
Se la pierden
El nuevo y más rimbombante galáctico del Real Madrid Gareth Bale deberá conformarse con acumular títulos con su club, pues a pesar de sus intentos, su selección, la modesta Gales, estará nuevamente ausente en la máxima cita futbolística. Los mismo sucede con el togolés Emmanuel Adebayor y los checos Nemanja Vidic, Aleksandar Kolarov y Peter Cech, quienes a pesar de su comprobado talento, deberán ver el Mundial brasileño por televisión.
Completan esta triste lista el eslovaco Marek Hamsik del Nápoli, el austriaco David Alaba del Bayern Munich y el goleador polaco Robert Lewandowski, quienes tienen la mala fortuna de pertenecer a selecciones pobres. Para ellos, el Mundial será una tarea pendiente que esperan algún día saldar.
Nada Fantásticos
La eliminación de Perú es la lucha por acceder al Mundial de Brasil también dejó a algunos jugadores de nivel internacional con los crespos hechos. Claudio Pizarro, Jéfferson Farfán y Paolo Guerrero le dijeron adiós al sueño mundialista, y deberán esperar cuatro años más para saber si finalmente lograrán acceder a máximo certamen futbolístico en el mundo. Acaso el más desilusionado sea el delantero del Bayern Munich, quien con 34 años, ve difícil llegar a una próxima cita mundialista.
Fuera de los planes
Del otro lado figuran aquellos jugadores que brillan en sus clubes, pero que no son tomados en cuenta por sus selecciones. Los brasileños Ronaldinho y Kaka, y el inglés Río Ferdinand son parte de esta lista.
Ausencias históricas. Los registros están plagados de casos similares. Alfredo di Stefano, genial delantero del Real Madrid y las selecciones argentinas en la década del cincuenta, nunca pudo mostrar su talento en un Mundial por la maldición de las lesiones.
Algo parecido sucedió con el temperamental Eric Cantona, a quien le tocó liderar una de las peores selecciones francesas de la historia, que terminaría eliminada de los Mundiales Italia 90 y Estados Unidos 1994.
Otros que tuvieron que conformarse con títulos de liga y el cariño de sus respectivos clubes fueron el liberiano George Weah, quien es el único ganador del FIFA World Player que nunca ha jugado en un Mundial, George Best (que defendió los colores de Irlanda del Norte), el húngaro Ladislao Kubala, el galés Ryan Giggs, y nuestro compatriota Nolberto Solano, quien es sindicado como uno de los grandes jugadores que se retiraron del fútbol sin haber participado en un Mundial.