La sonrisa en su rostro es infinita. En ningún momento hay un gesto distinto a la alegría para Alan Ruschel, futbolista y sobreviviente de la tragedia de Chapecoense, donde fallecieron 71 personas tras un accidente aéreo mientras viajaba a Colombia para jugar la final de la Copa Sudamericana.
Escribe: Renato Landívar Cano
El motivo de esa felicidad, confiesa el propio futbolista, es la segunda oportunidad que le brindó Dios y la vida. Su sueño de volver a defender los colores de su equipo está más cerca.
“La vida continuó para mí, ahora estoy aquí presente con las ganas de volver a jugar y agradecido con Dios por esta oportunidad”, detalla el defensa.
¿Cómo te sentiste tras la segunda oportunidad que te dio la vida?
La he valorado en mayor proporción, aprendí a disfrutarla en los pequeños instantes, vivirla de la mejor forma. Solo tengo pensamientos positivos desde ese momento.
¿Cuánto cambió todo para ti?
Un giro total, porque estas cosas te tocan y mucho. Es algo que pocos pasan y a mí me tocó. Tengo que valorar las cosas más que antes en todos los sentidos.
¿Qué sientes al saber que estás cerca de volver a jugar?
Voy a seguir entrenando aquí con el equipo y esperando el día de mi regreso a las canchas. Dios me dio una segunda chance en la vida y estoy muy agradecido.
¿Pensaste que en algún momento dejarías el fútbol?
Siempre tuve fe en Dios, porque Él me ayudó como a todos los sobrevivientes a salir de esto. Siempre que juegue al fútbol será para honrar a la vida y mis compañeros que ya no están más con nosotros, pero siempre los tengo presentes.
¿Qué mensaje les diste a los nuevos jugadores del Chapecoense en tu primer contacto con ellos?
Que deben valorar de la mejor forma esta camiseta, porque están honrando a todas las personas que desaparecieron. A todos los que ya no están y dieron todo por esos colores.
¿Cuánto costó recuperarte psicológicamente por lo ocurrido?
Fue complicado por la magnitud, pero estamos acá, en este momento, compartiendo. Volví a viajar después del accidente sin miedo porque me siento bendecido y con fuerza.
Sigue la nota en la edición impresa de EL BOCÓN