La selección peruana, este año, ha sido como un carrito de una montaña rusa. A veces parece que va para arriba y luego viene en acelerado descenso. Perú, en los partidos de preparación en el 2019 y, en general, después de su participación en el Mundial, ha combinado casi con rigurosa exactitud, virtudes y defectos, solidez e ingenuidad.
Le está costando al técnico Ricardo Gareca sostener rendimientos y funcionamiento en el tiempo. Estos 180 minutos disputados ante un Uruguay sin Luis Suárez ni Edinson Cavani en Montevideo y Lima, lo confirma. El ‘Tigre’ usó dos sistemas distintos -4-3-3 de visita, su ya clásico 4-2-3-1 en Lima- pero el equipo estuvo lejos de encontrar su mejor nivel, ese que apareció, por ejemplo, en la goleada sobre Chile en la Copa América.
Se puede ganar, empatar o perder porque al final, son las opciones en el fútbol que no es una ciencia exacta. “Son partidos de preparación, no da para dramatizar” escuchamos en televisión. “Perú debe aprender a meter el golpe final para noquear al rival”, agrega alguien usando una figura del boxeo. Discrepamos. Usemos esta última metáfora del deporte de las narices chatas.
Después de Rusia 2018, Perú ha tocado, se ha asociado, ha buscado construir pequeñas sociedades pero ha terminado siendo como ese pugilista que corre, baila por todo el ring y tiene buenos movimientos pero le falta potencia en sus golpes. No hay capacidad de meter un pase entre líneas, se abusa del juego lateral y el servicio largo buscando el pecho de Paolo Guerrero, cada vez tiene menos sorpresa. Perú ya no falla goles, ya no adolece de definición en el área. Simplemente no genera ocasiones. A Brasil, el campeón de América que nos enfrentó con algunas ausencias importantes, se le ganó defendiendo bien y marcando mucho al medio pero, como en los últimos partidos, se le llegó muy poco.
A Uruguay, lo reconoce el propio Gareca, no hubo cómo entrarle. Solo un centro de Advíncula, en la única llegada profunda de Perú ante los del ‘Maestro’ Tabárez, permitió el testarazo inapelable de Christofer Gonzales. Su buen gol, no muda la opinión: el técnico lo puede seguir poniendo ahí en la selección, pero volante de primera línea no es. Tal vez, ojo subrayo el tal vez, por un extremo, como juega en Cristal, ‘Canchita’ pueda dejar de convivir con Peter Pan en el país del Nunca Jamás.
Por eso, insisto, cambio veinte de sus pases laterales por uno hacia delante de Yotún que busque profundidad y logre activar los circuitos de transición rápida en la selección. Cuánta falta hace Yoshimar. Ubicarlo ahí, de medio centro, fue un mérito de Gareca. Pero cuándo no está, el equipo desafina, pierde claridad. Entonces la salida desde atrás, termina siendo tan limpia como la manera en que Lozano aprobó los estatutos en la FPF.