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Cuando las cosas en Gimnasia de la Plata, donde milita el defensa de la selección peruana de fútbol, Christian Ramos, parecían calmarse, en las últimas horas un llamado de Peñarol de Montevideo al técnico Gustavo Alfaro provocó una ola de rumores que generó intranquilidad en el equipo platense.
Según pudo averiguar este medio, un allegado al elenco de la capital uruguaya, ante la inminente salida de su actual entrenador, Jorge Da Silva, se contactó con el representante del técnico argentino para preguntarle si, en caso de que el Polilla no continuara, le interesaría hacerse cargo del equipo.
Todo comenzó con una posible salida de Maximiliano Meza, para ser jugador de Independiente. Las partes involucradas (Gimnasia de la Plata e Independiente) habían reconocido el fracaso de la negociación, un comunicado de prensa elaborado por la Comisión Directiva del club argentino, publicado en la página oficial del club, instaló un clima verdaderamente irrespirable.
Los términos del comunicado fueron muy duros y obligó a Gustavo Alfaro a responder incluso se anunció su alejamiento del Lobo. “Si soy obstáculo para Gimnasia, pongo mi cargo a disposición”, anunció el técnico con el propósito de abrir el camino de la dirigencia si la idea era despedirlo. Confesó que se había enterado del comunicado.
Durante el extenso ida y vuelta, Gustavo Alfaro se disculpó con los dirigentes “si se sintieron dañados”, consideró que “hubiese sido saludable hablar esto que pasó cara a cara” e hizo un repaso del compromiso asumido con el club desde que fue contratado para dirigir el equipo en reemplazo de Pedro Troglio.
Más allá de que se trató de un sondeo y no mucho más que eso, lo cierto es que lo ocurrido la semana pasada (con la frustrada venta de Meza, los cheques correspondientes a mayo que le rebotaron al cuerpo técnico y la deuda con el plantel) puso nuevamente en duda la continuidad de Gustavo Alfaro.