Estoy en el micro escribiendo esto, con lágrimas en los ojos y muchas ganas de que las horas pasen; aún así, no puedo dejar de pensar en el partido ante Dinamarca. He esperado tanto tiempo por esto, por ver a mi Perú luchando en la Copa del Mundo. He estado contando los días para ver el debut de la selección peruana. Me he sentido ansiosa, intranquila y orgullosa. He sentido todo lo que, ya se imaginan, puede entrar en un corazón. Ahora, luego de aquellos 95 minutos, estoy tratando de definir cómo me siento. ¿Triste? tal vez. ¿Insatisfecha? seguro. ¿Con el grito de gol en la garganta, deseando en cada parte de mí que se haya concretado? claro que sí. Entonces, buscando respuestas a todo lo que siente mi corazón puedo resumirlo en una palabra: amor.
Sí, siento amor. ¿Y cómo puedes amar a un equipo? "Es solo fútbol", dice mi mamá. "Es más que eso. Es amor", le respondo al mundo. Es amor porque me duele esta derrota, pero a pesar de todo continúo soñando. Es amor porque cuando entono el himno se me eriza la piel y siento que es lo más bonito del mundo. Es amor porque el jueves, cuando nos toque enfrentar a Francia, mi corazón quiere seguir creyendo. Cuando uno ama, se queda a tu lado, y eso es lo que haré con la bicolor.
Seguiré con la ilusión intacta, agradecida con los 23 seleccionados y Ricardo Gareca por todo lo que me han dado. Seguiré así, con mucho amor y con todas las ganas de seguir soñando. Porque, sí, los sueños se cumplen y ante Francia iremos en busca de ese sueño. Un sueño que empezó hoy y que espero nunca termine.
Escribe: Nair Aliaga