A partir de las convocatorias que hace Ricardo Gareca en la selección peruana, limita la posibilidad de competir. Este es un análisis sobre las decisiones del entrenador en el marco de su gestión hacia Rusia 2018.
Escribe: Elkin Sotelo Conde @elkinsot_DT
A partir de esa limitación para competir, limita a la crítica.
A partir de limitar la crítica, limita el análisis.
A partir de limitar el análisis, limita la expectativa.
A partir de una expectativa limitada, aumenta el conformismo...
Esta mañana la selección peruana que perdió 2-1 en Santiago ante Chile y que solo hizo 8 puntos de 30 posibles hasta la fecha, fue recibida entre aplausos de los hinchas que compraron la pomada del 'recambio generacional' que se vendió como un asunto de dignidad patriótica.
Es una circunstancia que, quien escribe, todavía mira con asombro. Se trata de la selección peruana absoluta; su entrenador tendría que agotar todos los esfuerzos y mecanismos posibles para que sus pocos y mejores jugadores puedan aportar al máximo nivel. Tener firmeza, liderazgo y un respaldo de la FPF para que sus decisiones (concentraciones rigurosas y extensas sin peligrosos tiempos libres) sean ejecutadas por todos los profesionales dignos de una jerarquía ganada en Europa o en el equipo más modesto del fútbol local.
Qué facil es separar a algunos elementos y no determinar con claridad qué sucede en cada caso en la selección peruana. Por proteger los códigos del fútbol hoy André Carrillo, Jefferson Farfán, Juan Manuel Vargas, Carlos Ascues, Carlos Zambrano, Luis Advíncula y hasta Claudio Pizarro están metidos en un mismo saco. Todos indisciplinados, 'borrachos' y carentes de compromiso al mismo nivel para la opinión pública y no es así. ¿O sí lo es? ¿Recién el seleccionador no manifestó que no existe ningún veto contra estos jugadores y que pueden volver a la selección en cualquier momento?¿Sinceramente?
Hoy es un despropósito apuntar errores y la poca jerarquía de los jóvenes que defendieron a la selección peruana en Santiago. Pinta como un buen periodismo el que pondera el sudor y el arrojo en cada pelota de estos chicos. Es un conveniente aplauso al futuro el pedir continuidad aun cuando en el fondo la mayoría sepa que tienen un techo futbolístico cercano. Lo malo es soslayar cuestiones de forma y fondo.
A Ricardo Gareca no se lo juzgará más o menos por un mal cambio en la selección peruana, un inconsistente estilo de juego o por los replanteos aventurados que pudiera ofrecer; de lo que no podrá escapar es de la valoración que se le haga como gestor y administrador de los futbolistas de este país. Su procedimiento no es nuevo: Chemo del Solar ya lo hizo en el 2008 tras un episodio verdaderamente vergonzoso y de indisciplina comprobada. Apostó por un 'recambio generacional' con gente joven y 'comprometida' como Juan Cominges, Juan Carlos Mariño, Carlos Zambrano, Piero Alva, Daniel Chávez, Johan Fano, entre otros. A la larga, Perú quedó en el último lugar y esa tampoco fue la selección del futuro.
Sin embargo, Ricardo Gareca no es el causante exclusivo y principal de esta nueva eliminación. El fútbol peruano y sus desgracias radican en sus cimientos y mala organización de instituciones. Hay una sana intención de mejorar la FPF (directamente el trabajo de divisiones menores en todos los clubes para que ello se refleje en una selección), pero si no hay verdadera decisión, será más de lo mismo. Eso sí, sospechar que hay quienes desean que Ricardo Gareca prolongue su vínculo hasta el 2022, sí es un flagelo innecesario.
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#Perú vs. #Paraguay: José Luis Chilavert no le da chances a la #SelecciónPeruana [VIDEO] https://t.co/DXZnTJJQQ6 pic.twitter.com/TnFh9U9rbA— Diario El Bocón (@elbocononline) 12 de octubre de 2016