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El pulso todavía late, la sensación es la misma, los nervios invanden el cuerpo y el corazón no deja de bombear.
Escribe: Rogger Fernández
La emoción es incontenible cada vez que la memoria repasa la solvencia de Pedro Gallese en los penales, la actitud de Paolo Guerrero, el coraje de Edison Flores y la rebeldía de todo el Perú. No nos sobró nada y conseguimos mucho. Con corazón, con pasión, estamos en semifinales.
¿Hubo revancha? Sí, pero no con Uruguay, que fue mejor en los noventa minutos y nos complicó siempre. Hubo una revancha personal para Perú, una que era necesaria cobrar para levantar el espíritu y revitalizar el alma, una que era impostergable para ponderar el ánimo y decir que no estamos muertos. Demostramos entereza, confianza, unión.
Eso es Perú. La sufrimos como siempre, una historia repetitiva que ya es costumbre para todos. Había cierta incertidumbre por lo que podía pasar en el Arena Fonte Nova; pero la fe estaba intacta, la confianza continuaba al tope y después solo había que esperar.
Perú tomó la iniciativa del juego con una presión selectiva y tratando de elaborar por las bandas como antes. André Carrillo y Edison Flores buscaron a Christian Cueva por el centro, y Paolo Guerrero trató de abrirse paso entre Diego Godín y José María Giménez. No nos quedó una clara frente a Fernando Muslera por mérito de Uruguay y falencias propias. Tocamos el balón en el medio, trasladamos la orientación con Carrillo; pero nos faltaba filtrar el último pase para habilitar a Guerrero.
En cambio, el rival creció con el pasar de los minutos, tuvo opciones puntuales para adelantarse en el marcador y siempre llevó peligro al arco de Gallese. Edinson Cavani y Diego Godín, cada uno en el primer y segundo tiempo, respectivamente, tuvieron las más claras del partido. Ambos fallaron sus disparos y se quedaron con las ganas de celebrar. El VAR, incluso, anuló tres goles uruguayos en el partido.
Lección de vida
Todo debió solucionarse en penales, donde la suerte pareció sonreírle a la Bicolor. El ambiente era tenso, el nerviosismo imperó sobre el césped y la calma era una necesidad para estar finos en la defición. Perú perdió el sorteo y Uruguay debió empezar; pero justo en ese momento ocurrió algo divino. San Pedro se reencarnó en Gallese, en ese moreno de peinado extravagante que criticaste y lo sepultaste tras la caída contra Brasil, para derramar su bendición sobre el portero y atajarle el penal a Suárez.Puso el estómago para defender la camiseta, morir por su bandera sin titubear y cerrarle bocas a quienes lo criticaron. La astucia de Pedro contagió al resto con coraje, rebeldía y capacidad para creer en que la clasificación era posible. Fue el turno de Guerrero, Ruidíaz, Yotún y Advíncula, quienes no fallaron sus disparos.
Tampoco lo hizo Uruguay con Cavani, Stuani, Bentancur y Torreira.Todos acertados y con el 4-4 en el marcador. Le tocó el turno a Edison Flores, cuya cara de niño no es sinónimo de inexperiencia. El volante colocó el balón, miró a Muslera y la guardó al centro.
Golazo tuyo, ‘Orejas’, que tuviste la paciencia para esperar tu momento y la rebeldía para aparecer. Lo hiciste como todo un profesional, uno que lo deja todo por su país. Y el Perú te lo agradece. A ti y a los guerreros que combatieron ayer. Felicidades. ¡Que venga Chile!///