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Hay dos formas en las que un equipo de fútbol puede hacer historia: realizar una gesta que siempre será recordada (un título nacional o internacional cuando nadie te daba alguna chance) o por haber tenido una campaña pobrísima cuyos números dan pena. Pena es precisamente lo que ha dado el club Willy Serrato, equipo que junto a Alfredo Salinas quedaron últimos en la Segunda División y perdieron la categoría.
Abandonados por sus dirigentes hace varias fechas, los pocos jugadores que quedaron en el plantel (muchos de ellos juveniles), ya que la mayoría renunció y se fue, los equipistas de Willy Serrato, nombre de un vigente político norteño, murieron de pie presentándose en cada encuentro.
Pese a la deportividad y compromiso con su profesión que demostraron esos chicos, no pudieron evitar ser vapuleados en cada encuentro: partido que jugaban, partido que les llenaban la canasta de goles.
De hecho, al final se anotaron un registro histórico: encajaron un total de 115 tantos. Más de cuatro goles en cada juego de los 28 que disputó. En esa misma cantidad de partidos, solo marcó 23 conquistas. Ganó dos encuentros, empató 4 y perdió 22. Terribles números. Mucho peor el proceder de su dirigencia.