:quality(75)/arc-anglerfish-arc2-prod-elcomercio.s3.amazonaws.com/public/FNXVFUPJOVD5NLGRPOVVRFSEFI.jpg)
En Porto Alegre, el equipo de Franco Navarro no pudo conseguir el resultado que luego le pueda ayudar a clasificar. Me gustó en todo el primer tiempo, pero le faltó liquidar al rival. Cuando Gremio caía en la desesperación y se dejó neutralizar por León de Huánuco, no hubo la sapiencia ni contundencia de un jugador que en base a su calidad pueda poner adelante al equipo nacional. León se había parado bien, no necesariamente hizo defensa en la última línea, sino en la volante. Tener a Gremio lejos del arco fue lo mejor que practicó el equipo de Navarro. El contragolpe también, en base a la velocidad de Orejuela ,tuvo la posibilidad de anotar con arco abierto, y del "Lobo" Gonzales Vigil, pero hasta ahí nomás. Y más nada. Así llegó la maldita pelota parada. La desconcentración al momento que ese balón está sobre nuestras cabezas, en nuestra área, y siempre como si fuese una ley nos anticipan y recién despertamos cuando el balón está en nuestras redes. Y ni qué decir del segundo gol de Gremio, que aunque fue de penal, la jugada previa también tuvo que ver con un centro al área y la defensa vuelve a fallar. Esta vez hubo un jalón a un jugador rival y penal en contra. Ahora, la desesperación por descontar o empatar pasaba por el lado de León. Las cosas se invirtieron. La presión también. Los huanuqueños fallaron en la precisión. Gremio tomó las riendas y cuando veía que no podía pasar, esperaba bien concentrado atrás. Así quemó tiempo y el 2-0 no fue merecido por lo que se vio en el campo, sino por lo que no se hizo: No se definió cuando se tuvo la oportunidad y porque se perdió la marca en el momento menos indicado. Para otra vez será.