Sin la destreza de estrellas como el delantero del Barcelona Lionel Messi pero con el mismo entusiasmo, un equipo de monjas de Kenia ha disputado un curioso partido de fútbol por una buena causa: ayudar a los niños huérfanos del país. Ante la incredulidad del público, las hermanas saltaron al terreno de juego ataviadas de sus cofias y túnicas marrones y con la mirada muy fija en el balón, tan concentradas que parecía que iban a jugar una final de la Copa del Mundo. Un equipo de ocho monjas católicas se enfrentó a los "guerreros de Wajonya", integrados por ocho familiares la mayoría hombres- del diputado Nicholas Gumbo, cuya esposa, Susan Adhiambo, jugó de guardameta. Dentro del campo, las servidoras de Dios no se amilanaron ante los "guerreros", y fuera contaron con el apoyo de unas cien hermanas, que bailaban y gritaban al equipo rival: "°Estamos esperando, que vengan!". Al inicio del encuentro, las hermanas sorprendieron a la concurrencia con pases dignos del mejor Messi, aunque con un cierto desorden táctico que les costó dos goles en los primeros diez minutos.