Así como Maradona dijo en el último Mundial que la derrota de Argentina con Alemania había sido como un golpe de Muhammad Ali, Gustavo Costas anoche se sintió igual de destrozado. Jaguares le metió un gancho al hígado que por poco lo deja nocaut y se mantenía de pie a duras penas. "Vino el (primer) gol y luego el penal en cinco minutos y todo eso nos dejó groguis. En el segundo tiempo estuvimos más cerca y tratamos de presionar más arriba, con Viza por la izquierda para tomar la posición de enlace. El rival manejó muy bien la pelota y se notaba que tenían más ritmo que nosotros, ahora sólo nos queda levantar la cabeza y seguir para adelante", señaló el estratega íntimo como dándose valor para no perder antes de la cuenta de diez. "Nos quedan noventa minutos para revertir la situación", agregó en otro intento por "maquillar" lo que parece inminente, el "se acabó" y buenas noches los pastores. Nadie, o la mayoría de quienes le escuchaban le creyeron. Costas, sin embargo, pasó a explicar otras cosas. "Este fue un partido muy intenso, pero la salida de Ovelar nos perjudicó y luego nos desordenamos. Después nos ganó la desesperación y al final no supimos atacar. El fútbol es así, no puedes perdonar, porque sino te pasan estas cosas", lamentó recordando seguramente las poquísimas ocasiones que su equipo tuvo para notar, pero no lo hizo y ya tiene la pelea casi perdida.