Frente a frente, de cara al tablero, Ángel Comizzo y Manuel Barreto alinearon sus piezas. Estaban a solo un triunfo de la gloria, pero a una derrota de la muerte, así que debían pensar cada movimiento hasta el más pequeño detalle, y adelantarse a lo que su rival podía imaginar. El Universitario ante Sporting Cristal era más una partida de ajedrez que un cotejo de fútbol. Tenían que estudiar al otro y atreverse de vez en cuando. Buscar pero cuidar. Arriesgar sin desproteger.
La ‘Muñeca’ no tardó en mover sus fichas al ataque. Tiempo. Consciente de que tenía menos ausencias y un once más parejo, salió a presionar. Palacios era un dolor de cabeza para la defensa, se movía de derecha a izquierda, le ganaba la espalda a los laterales y era imposible referenciarlo. Comizzo respondió con algo de desesperación y puso a todo su cuadro a defender y aguantar. El objetivo era cuidar al rey, que era el arco crema. Tiempo.
Corrían los minutos en Ate y el ‘Indio’ no cambiaba su idea: se aferraba a su mitad de tablero, se abrazaba a la esperanza. Pero no podía solo cuidarse, así que trató atravesar las líneas rivales por los laterales. Tiempo. Pero, otra vez Manuel le tomó el pulso, ya tenía clara esa propuesta y envió a los suyos a presionar a ‘Rafa’, el más lúcido en la volante crema, para romper el circuito. Tiempo.
Otra vez Comizzo quedó en su mitad, acorralado, sin ideas ni opciones. Entonces movía cada pieza solo para defenderse, para impedir que mueran, que caigan víctimas del dominio rimense, y trataba de impedir que Sporting traduzca su posesión en peligro. Tiempo. Barreto entendió esto y no guardó nada. Távara y Pacheco, tal alfiles, hacían diagonales, buscaban los espacios. Lobatón se vistió de caballo, saltaba, metía balones. Entonces, pidió tirar al arco de una vez. Tiempo.
Torre indestructible
Pero cuidando al rey merengue, había una torre bien plantada en el área: José Carvallo. Comizzo, una vez más, depositó su fe en él y no falló. Tiempo. El ‘1’ le ahogó el grito de gol a Palacios, Calcaterra, Távara y cuando no lo hizo, el palo le jugó a favor frente a un cabezazo de Pacheco. ‘Manu’ no se desesperaba, continuaba con la presión arriba, tratando que la defensa siciliana que la ‘U’ armó sea agrietada. Así que soltó más a Cazulo y a sus laterales para no dejar de atacar. Tiempo.Corrían los minutos y el técnico estudiantil entendió que el duelo se le escapaba de las manos. Así que movió a Páucar entre los centrales cada que perdía el balón y tenía a Barreto como un peón (obrero) yendo a impedir las salidas. Tiempo. Y ya en este punto, Barreto perdió la claridad. Tal vez no esperó nunca que su rival firme el empate, y no tenía otro plan, salvo intentar y probar por los lados. Tiempo.
Entonces la contienda tomó más adrenalina, porque perdió la serenidad con la que intentaron disputarla. Barreto movió todas sus piezas arriba. Tiempo. Ángel David partió las suyas. Protegió a su rey, pero dejó arriba a un De la Cruz solo contra el mundo, que peleaba todas. Tiempo.
Pero, esta partida de ajedrez, por lo menos para la ‘U’, era más amplia que solo un duelo, tenía un campeonato en juego. Por lo que Comizzo dejó de arriesgar, de buscar, de atreverse, y solo se dedicó a estudiar, a protegerse y cuidarse. Así que, en una brillante renuncia al triunfo, guardó un punto que sabe a tres. Sigue con ventaja en la punta, invicto y encaminado al título. Aunque, ojo, para el hincha de la ‘U’ ya no basta luchar hasta morir, se debe luchar hasta ganar, porque es eso lo que exige esa vitrina de infinitos trofeos. Tiempo.///