Un rosario con la cruz de plata, un silbato y un cronómetro penden del cuello de Roberto Chale, técnico de Universitario de Deportes, para unir con ello la fe que lo hace sobreponerse del mal de salud que lo aqueja y su pasión por el fútbol que este año anhela coronar con un título y hacer una buena Copa Libertadores.
Pocos saben que tras la operación a los riñones a la que fue sometido en abril del año pasado, se le fue extirpado uno de esos dos órganos, lo cual le cambió la vida, pero no su chispa, ni sus travesuras de ‘Abuelo Terrible’.
A su ingreso a la concentración del Hotel Costa del Sol en Magdalena del Mar, el semblante del técnico de Universitario de Deportes empero se notó distinto. Bastante más delgado, andar cansino y aunque amable como siempre, declinó declarar para la prensa.
Cuentan que en la pretemporada de Campo Mar, Roberto Chale a veces luce cansado, otras agitado, la más de las veces con la risa a flor de labios, pero en otras renegón para no perder la costumbre. El médico del equipo le aplica su inyecciones a la vena para resistir el arduo trajín diario y constantemente acude a sus consultas acompañado de su amada esposa Lucía Margarita Simic.
Su hijo Robertito lo fue a ver al hospedaje y charló con EL BOCÓN. “Mi padre Roberto Chale está más fuerte que nunca, pero lógico que este flaco porque no es lo mismo estar con un solo riñón, debe seguir una dieta estricta, tomar sus medicamentos y ponerse sus inyecciones que son de proceso lento, y hay que tener cuidado de las infecciones urinarias. Sin embargo de ánimo está muy bien, dirigir a Universitario de Deportes, que es un equipo grande no es poca cosa, pero él está con muchas ganas de ser campeón y sabe que es capaz de lograrlo”, afirma.
“Mi papá Roberto Chale ahora lleva una vida muy sana y el fútbol lo llena de mucha energía, además ya no puede tomar licor, nunca más, así que la chapa de ‘Roberto Chela’ nunca más ¡Ja, ja, ja!”, concluyó.
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