La sonrisa toma la palabra, el grito se abre paso en las gargantas lastimadas, ansiosas pero duchas, acostumbradas.John Galliquio intenta ponerse de pie, acaba de anotar el gol que puso arriba a los cremas, la vehemencia de la celebración lo dejó con la ceja rota, pero Tyson, cual púgil de experiencia, se reincorpora y junto a él todo el pueblo crema. John Christian fue el capitán que Comizzo siempre esperó.
En ese momento, el título estaba decidido pero Real Garcilaso apeló a su libreto de todo el campeonato: el pelotazo. Y en una de esas la mandó al fondo, valgan verdades, la marca merengue fue deficiente y los cusqueños lo merecían.
Lo que vino luego fue el resurgir de la crema, en poco más de 56 minutos, los de Comizzo exhibieron esas virtudes que lo ponen en lo más alto. Christofer Gonzáles, esa joya que de explotar en toda su magnitud no tendría tope, realizó un trabajo silencioso y pausado. Ya Rainer no estaba en la cancha pero merece tributo, fue el rostro de ese grupo con experiencia que permite esa transición saludable, el Motorcito es el engranaje de esa máquina virtuosa que hoy alza el título.
El equipo tuvo que aguantar el ímpetu cusqueño tras el empate, y no solo consiguió hacerlo sino que dominó durante los últimos minutos previos a la tanda de penales. Era claro quién debía campeonar.
El resultado de los penales fue una incursión somera de la justicia en el mundo del fútbol. Carvallo fue figura, Carranza tuvo lo suyo, pero Duarte le dio el título a los cremas. El embajador de esa juventud gloriosa.
A ponerse de pie
Ponte de pie, crema, festeja, aplaude la epopeya de los tuyos; hoy le toca celebrar a medio país y muchos más.
Tantas cosas podrían decirse ahora, cuando se mira atrás con regocijo, tanto análisis fuera de lugar, tanta autocrítica sin asidero. La conclusión es simple, la U es el campeón y esa certeza pesa más que todo lo que pueda escribirse, el retumbar de ese grito es mayor que cualquier análisis que se ensaye.
Aplauso para Comizzo, no faltaron errores pero supo canalizar lo que significa Universitario, impregnarle a esa camada talentosa la implícita garra que supone ostentar esa camiseta. Con perseverancia logró regularidad y el resultado es este.
Carvallo eligió el mejor momento para convertirse en el portero de la U,se vistió de historia y respondió.
Pero por encima de todo, aplauso para ti, que te bancaste el viaje hasta el Monumental a punta de cánticos, tú, que ayer estuviste en Huancayo, que sufriste estos últimos años con la inconsistencia de este amor desgarrado, que quizá debiste conformarte con verlo por la tele. Grítalo ahora y que tu grito se oiga, que nada lo reprima porque este título también se logró gracias a ti y eso nadie te lo quita. Cómo no voy a quererte Universitario?... Díganme, cómo?