El peor error de un ser humano es actuar con cabeza caliente. Cuando la sangre bombeada por la desazón, la impotencia y el mal humor circula por las venas y llega a nuestros cerebros, las ideas que en un principio queríamos plasmar, se quedan sólo en buenas intenciones y no se logra el bien común. Eso demostró Juan Reynoso ayer. Vociferó, reclamó, miraba al cielo como buscando una explicación, se enojó con el árbitro, los hinchas y todo el mundo y no pudo guardar la calma para transmitir su mensaje a sus once pupilos que fueron a defender la crema -en este caso la guindaen un terreno tan picante como el Ciudad de Cumaná. La U perdió su invicto en Ayacucho. Con eso, la etiqueta de equipo invencible que se ganó gracias a su buena cabeza para afrontar los partidos anteriores, incluso cuando actuó con su escuadra B, como el de ayer. No basta con restregar en el rostro de sus rivales la insignia U con sus 23 títulos nacionales. El Inti Gas, con menor historia, demostró que los mitos no existen en el fútbol. Y menos en el nuestro. Según los expertos, en esta clase de partidos muchas veces es vital que salga a flote un caudillo. Sin embargo, la U careció de aquello. En la cancha eran once jugadores que no tenían rumbo y sin un timonel que los dirija derecho al éxito. Sin Solano, Galván, Espinoza o el mismo Galliquio, sus reemplazantes Correa, Vásquez, Rabanal, Labarthe, casi todos, se hicieron chiquitos y no despertó en ellos la mítica garra. Ospina se jugaba un partido aparte. Tenía sed de revancha y como viejo zorro, sacó provecho a las imprecisiones de la defensa crema, atacando por los costados con Benavides y Tragodara, bien alimentados por el argentino Artigas. Esto enervó los ánimos del Cabezón Reynoso, y contagió a sus jugadores. Es por eso que los primeros 30 minutos, Inti Gas lo tuvo a maltraer. Que si no fuera por el meta Llontop -uno de los pocos con mejor performance, en el día de su debut en Primera-, estaríamos escribiendo sobre una catástrofe. El minuto 32 fue fatal para los merengues. Escapa Benavides por izquierda, lucha palmo a palmo con Villamarín, lo saca con el cuerpo y mete un disparo e incrusta la pelota en el arco de Llontop. La mala fortuna para el golero - y su equipo- es que Toñito Gonzales se cruza con el balón y desvía su trayectoria, provocando que el golero no pueda evitar el gol. Luego del tanto, todo fue cuesta arriba para Universitario: Reynoso se gana la expulsión (43 PT). No contento con eso, retorna al campo de juego para buscar alguna explicación, y refunfuñando su ira nunca la encontró. La U se fue masticando su bronca. Ante San Luis -y con todos sus titulares- debe volver a sonreír. Ahora la Copa Libertadores es su obsesión.