En tiempos de crisis financiera -y de fútbol- suelen desaparecer de los festejos cumpleañeros los globos, la pica pica y la torta. En el Monumental sólo hubo un gol que sirvió para la celebración crema. Y si no hubo nada extraordinario, la Trinchera igual aplaudió, apareció una pequeña banda cual fiesta patronal, y entonó la batucada como para contagiar de festividad a los jugadores. Melgar se había preparado para la fiesta, incluso, trajo el muñeco para la torta -el pequeño Ardiles-, que apareció por momentos en el partido para asustar a los merengues. Si el encuentro se jugaba más en cancha de la U, las jugadas de mayor peligro fueron de los cremas. Había pasado poco más de la primera media hora del partido y Conde ya tenía tres ocasiones claras de gol perdidas por falta de tino para concretar jugadas. Solano, Revoredo y Quina también demostraron que anotar goles no es una costumbre de todos los días. Pero los de Melgar no miraban el partido. Al contrario, jugaban fútbol. Con la seguridad de Carassa y del Sapito Pereyra en defensa, Jean Ferrari se daba el gusto de pararle el macho a los cremas, e incluso, generar fútbol, aunque Aubert e Hilden Salas no tuvieron la suficiente capacidad para ser las figuras del partido. En el entretiempo, el técnico de Universitario pensó en hacer cambios. Juan Reynoso no concebía tanto error perdido. Y puso al Zorro Alva en lugar de Calderón. Orejuela entraría a los nueve minutos. A los once minutos, Alva logró sacar un centro cuando el balón pareció haber transcurrido la línea de meta, y Labarthe, que no perdona en el juego aéreo, conectó el cabezazo tan certero que sirvió para prender la vela de una ilusión, que le permite a los cremas seguir más punteros que nunca. El resto del segundo tiempo fue de angustia para la U. Aubert se echó a jugar. Arismendi igual. Melgar seguía jugando en campo crema. Ñol había fallado un gol en la puerta del área chica. Y Ferrari ordenó a sus compañeros que se vayan todos al ataque. Techera apostó por el juvenil Zambrano en lugar de Salas. Y aportó con su peligrosidad. Ardiles tenía con quien jugar. Gárate esperaba un descuido de Galván y Villamarín, que estaban impasables. Y si la defensa era una muralla, Melgar buscó el remate de larga distancia. Eso sirvió para que el Potro Llontop termine como la figura del partido, y tenía que ser de la U, que en su aniversario no podía perder, menos en el Monumental. LUIS ANIBAL VIZCARRA