Entre muestras de afecto y deseos triunfalistas, Alianza Lima partió anoche a La Paz, Bolivia, para iniciar su camino en una nueva edición de la Copa Libertadores. Más de un centenar de hinchas los despidieron con la esperanza de que su paso en tierras altiplánicas sea victorioso y mañana el Perú entero pueda festejar un triunfo blanquiazul. Como si se tratara de estrellas de Hollywood, la delegación íntima generó un tremendo alboroto a su llegada al aeropuerto Jorge Chávez. Todos, elegantemente vestidos con un terno azul oscuro, llevaban un toque de distinción que enloqueció a más de una fémina. El más aclamado fue el técnico Gustavo Costas, quien fue acosado por varias señoras que lo veían como galán de telenovela y se aventaron a robarle un beso, mientras el argentino no dudaba en responder al cariño de sus "fans". José Carlos Fernández y "Yuyo" Libman fueron los más asediados por las "chibolas", mientras que los niños pugnaban por una foto con sus ídolos, quienes firmaban cuanto papel, póster o foto les ponían al frente. Todos accedían cordialmente al pedido y se bañaban de popularidad, excepto el "Potón". Un Montaño distante se alejó del grupo, tal vez resentido por su exclusión del equipo titular decidió evadir a la gente y entró raudo a la sala de embarque. Los aliancistas sintieron que todo el país estaba con ellos. "Suerte muchachos, vamos a ganar", gritó un hincha entusiasmado. "La clasificación está en sus manos, no nos defrauden", enfatizó otro reflejando el sentir del pueblo íntimo, que sueña con ver a su Alianza protagonista a nivel internacional.