Escribe:Juan Carlos Gambirazio
La rebeldía es, sin dudas, el sello que define a Ángel Comizzo. Ese rasgo que lo acompaña desde su época de portero cuando regresó a River Plate a los 40 años, y que se hizo más patente cuando enfrentó a una intimidante Trinchera Norte que se presentó en el Monumental a pedirle explicaciones tras caer goleado (4-0) ante Sporting Cristal. Comizzo lo impregnó en la esa camiseta crema que no podía recibir una mejor influencia.
Comizzo fue el dueño de la cancha sin restarle protagonismo a sus dirigidos. El 10 de diciembre de 2012, Ángel David se convirtió en el entrenador del equipo más popular del Perú. Todo lo que traía bajo el brazo era un incierto currículum como DT en el que solo se hablaba de polémicas.
Con el respaldo de la directiva, Comizzo se rebeló ante la adversidad de un equipo que, sobre el papel, era corto. Encajó derrotas impensadas, cedió puntos ante rivales inimaginables; perdió su primer clásico y fue goleado por Cristal.
Pedían que se vaya, pero su virtuosa terquedad lo impidió, para bien del hincha crema. La U lo hizo bien fuera de casa, victorias importantes y puntos que le valieron el título.
Camino al título
Para hombres como Comizzo, las revanchas tienen un sabor intenso, le tocó aplastar a Cristal 3-0 y derrotar al clásico rival (1-0) en los partidos de vuelta, a partir de entonces surgió el campeón.
Hoy Comizzo celebra y aquellos que daban un centavo por su proyecto tendrán que comerse sus palabras. Sus medidas disciplinarias, tantas veces criticadas, hoy son incuestionables.
En la gran final, el argentino dominó la altura, como tantas veces en su vida, no dudó en jugársela y reclamarle al árbitro al considerar que se cometía una injusticia, se ganó la expulsión que, ciertamente, resulta un premio para él.
Comizzo no podía tener una final tranquila, tenía que ser de vértigo. La empezó con el clásico traje negro y la terminó en polo blanco y pantalón, bañado en agua, sudor y lágrimas. Ese es el técnico campeón, quien canalizó la adversidad para convertirla en gloria.