Alianza Lima fichó con discreción en el 2017. Los antecedentes poco atractivos de jugadores como Germán Pacheco o Luis Aguiar, de poca regularidad en sus equipos más recientes, alertaban de inmediato al hincha. Habría que esperar varios partidos para que, sin llegar a gustar a los estéticos, cumpliera con la máxima de Pablo Bengoechea: el objetivo del título.
Este 2018 la apuesta parece ser ya una receta a repetir. Fichajes discretos con fines utilitarios más que liderados por el marketing. Bengoechea apostó por jugadores con mucho menor rótulo que en el 2017. Si Luis Aguiar llegaba con 6 meses de para, su recorrido permitía pensar en lo que finalmente sucedió: su experiencia fue propicia para adaptarse y liderar un plantel. Ser la figura y el goleador. Lo mismo con Germán Pacheco, que terminaría siendo clave. Su historial en Perú y su trayectoria fueron una apuesta complicada, pero finalmente positiva.
Gambetta y Guidino son por ahora variantes en la pasión rotativa de Pablo Bengoechea con Alianza Lima.
Mario Velarde tampoco logra destellos en su posición, por lo menos todavía no. Tampoco ha sido decisivo. Sí, van apenas tres fechas pero las carencias y las urgencias son mayores en comparación al 2018. Sporting Cristal desnudó la incapacidad de reacción, la falta de inventiva y de variantes en el banco de suplentes. Ahí lució en extremo Maximiliano Lemos, un mediocampista con poco hábito de ataque. Reducido por el estrés del momento (ingresó cuando ya iba 2-0 abajo y con un restante de 20 minutos de partido). El uruguayo de 24 años no tiene respaldo en sus antecedentes, pero parece andar en un proceso muy lento de adaptación en la escuadra íntima. Un proceso que Alianza Lima no puede esperar. El domingo se viene el clásico ante Universitario de Deportes y luego llega Boca Juniors con Carlos Tevez y unas ganas demencial por consumar un festín.
Este domingo el clásico, como suele ser, emerge como decisivo. Más que para perfilar un candidato, para dar quietud a los ánimos. Para ello Alianza Lima urge sobreponerse a su propio letargo y -principalmente-, a la demora en la toma de funciones de sus refuerzos.
Felizmente, para sus hinchas, Pablo Bengoechea ha demostrado ya con creces que sabe dar con el remedio cuando pocos lo creen.