Nueve largos meses hacía que Luis Aguiar no gozaba del placer de celebrar un tanto suyo. Que no abría los ojos como expectorando los globos oculares, que no apretaba los dientes como mascando la vida. Siete meses se cumplían también de no disputar un partido oficial hasta su debut con Alianza Lima en el clásico ante Universitario, siete meses de no reproducir esa sensación sísmica de pronunciarse como protagonista y oír la banda sonora de los aplausos desde la tribuna.
Y quién sabe, a lo mejor y exageramos con todo esto. Pero Luis Aguiar ha propuesto heroizar su presencia en el cuadro íntimo. Revive sus dos golazos anotados ante Comerciantes Unidos por el Torneo de Verano.
Revienta la visita
La intención era sencilla, pero a la vez astuta. Alianza Lima no necesita jugar bonito para lograr su cometido en una cancha como Cutervo. Necesita, más bien, vértigo, violencia en la arremetida. Ganas de devorarse la cancha, y eso encontró Bengoechea en chicos como Garros, Duclós o Erinson Ramírez.
Incómodo Comerciantes por la precariedad individual y colectiva para hacer daño, e incómodo Alianza Lima por los vacíos existenciales en la creación. Así se desilusionaba la pelota hasta que al minuto 28, Luis Aguiar protagoniza un acto de magia dadas las circunstancias: toma la pelota de un rebote y la lleva con el pie derecho hacia adelante, avanza mínimamente y tira un pique corto para pegarle como un demonio. La pelota, en éxtasis por la destreza con la que parte, se vuelve un objeto imposible para las manos del portero Rosales, quien intenta en vano destruido por el bote. Golazo.
Con el marcador a favor, la voluntad se mantiene: Alianza Lima intentando y Comerciantes evitándolo todo, incluso irse al ataque. Así hasta el minuto 24, esta vez de la segunda etapa, en la que por fin nos damos cuenta que ‘Cachito’ aún existe, con una jugada plena en la que se lanza en ataque y cede para Erinson Ramírez, quien, entre amague corto y levantada de vista, detecta a Luis Aguiar y le lanza el pase entre líneas. El uruguayo, cual estrella fugaz, destella y desaparece. Y de paso, define lindo a la salida de Rosales para el segundo. Impecable, preciso, determinante.
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— Diario El Bocón (@elbocononline) 22 de febrero de 2017