Guillermo Sanguinetti dejó de ser técnico de Alianza Lima tras dieciocho meses de insufribles propuestas futbolísticas en las que deambuló, acertó y se traicionó a sí mismo como si cambiará de un 4-4-2 a un 3-5-2 a mitad de un partido. Su expulsión ante Real Garcilaso evidenciaba ya una pérdida de control propia y colectiva. Y hoy, es la cabeza más visible que rueda para calmar los ánimos del hincha, pero también, para disimular y resguardar un plantel fracturado por las rencillas internas, con graves limitaciones físicas y con directivas que agudizaron lo que esta tarde plantel-dirigentes-técnico convirtieron en crisis.
ESCRIBE: José Antonio Bragayrac
Guillermo Sanguinetti asumió la dirección técnica de Alianza Lima a inicios del 2014 y desde un principio perfiló un "cambio de estilo". Una supuesta modernización del clásico buen toque al que agregaría pressing, velocidad, vértigo y solidez principalmente en la saga. El discurso convenció a la directiva precidida entonces por Susana Cuba, que incluso mostró voluntad de difundir esa nueva versión en las divisiones menores.
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Llegó el Torneo del Inca y Mauro Guevgeozián se convirtió en el pilar de los nuevos fundamentos. Alianza Lima repdrodujo el pressing sin poder sostenerlo y apostó por los centros copiosos en busca de Mauro.Juan Diego Gonzales-Vigil era el otro gran estandarte. La incosistencia en la propuesta técnica daba pie al discurso de "pelear hasta la última pelota".
1. Crisis de identidad. La apuesta futbolística sobrevivió hasta mediados de años con altibajos. Aunque ganara. la crítica apuntaba a que no alcanzaba armonía como equipo: incluso en sus mejores triunfos era una orquesta tocando en dispar, con algunos instrumentos afinados y otros no. Pero en algún punto todos confundidos por falta de principios que rijan lo que quiere el técnico. ¿Para qué buscar armonía si la historia terminaba siempre al pelotazo?
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Este 2015 siguió apostando por el juego híbrido. Ariesgo con Jean Deza con el mensaje de darle más toque de calidad a una media que lideraba Christian Cueva, pero en la final del Torneo del inca ante César Vallejo el discurso se contradijo: apostó desde un inicio al pelotazo. Falló.
2. Falencias sin curar. Guillermo Sanguinetti no supo resolver las deficiencias defensivas. Ni en el 2014 ni esta temporada. Marco Miers no cumplió como 'refuerzo'. Guizasola no alcanzó regularidad, mientras que Luis Trujillo por izquierda se limitó a intercalar entre el chispazo y la discreción. El 2014 la dupla Aparicio-Ibáñez lució tanto como errores tuvo. El caso de Walter Ibáñez fue determinante: figura como goleador pateando penales, pero errático en las jugadas claves en su posición. La idea clara no llegaba incluso a las labores propias de una posición.
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Ya en el 2015, Miguel Araujo no fue solución. Otra vez la irregularidad. Volatil ante que constante, su capacidad para ser un acertijo en cuestión de rendimiento en partidos claves era alucinante. La contención tampoco encontró una idea clara. Míguez siempre tuvo prioridad para Sanguinetti, pero Paulo Albarracín tampoco fue lo suficientemente equilibrado para reclamar titularidad.
El verdadero estilo de Sanguinetti se vio en la Copa Sudamerica 2014 donde fue eliminado en dos partidos y en la Copa Libertadores 2015, donde hizo el ridículo con Huracán, goleador en Matute.
3. Condicionado por el grupo. La interna de Alianza Lima tiene, como es lógico en cualquier grupo humano, jugadores que lideran grupos por afinidad o veteranía. Las facciones siempre fueron un problema para Sanguinetti, que nunca supo mantenerlas en línea. A fines del 2014 Christian Cueva le faltó el respeto. El uruguayo no hizo nada. En setiembre del 2014 un grupo de jugadores, casi un grupo de 8, afirmó estar en contra de Sanguinetti y hasta pidió la salida de Susana Cuba. Todos orquestados por un representante que (cosa curiosa) representaba a todos ellos y, dejaba ver interéses personales en su venenosa crítica hacia el técnico. Esto tampoco supo resolverlo Sanguinetti. A Guillermo Sanguinetti tembló la mano siempre, decidió insistir con futbolistas que fallaron permanentemente y jamás los mandó al banco. Míguez por ejemplo. Incondicional en el mediocampo.
4. No convenció al hincha. Una relación se basa en la confianza. Y el hincha blanquiazul nunca confió en el discurso de Sanguinetti. Tampoco un gran sector de la directiva que, por interéses diversos (el mismo representante de los 8 jugadores de Alianza Lima también representaba a un técnico que buscaba equipo), jugaban más a ser rivales que a consolidar la relación directiva-técnico-plantel. Guillermo Sanguinetti siempre le hizo falta ese cariño, eso que los políticos llaman respaldo.
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#AlianzaLima: Conoce a los posibles reemplazantes de Guillermo #Sanguinetti http://t.co/nMitGVSrwl pic.twitter.com/kBgZfQo5Dp— Diario El Bocón (@elbocononline) Mayo 18, 2015