Tras la negativa de Reinaldo Rueda para asumir la jefatura de la Unidad Técnica de menores de la selección peruana, el plan primigenio de la FPF ha sufrido una leve alteración. Si hasta hace unas semanas la idea era que el colombiano asuma la dirección de menores, para luego hacerse cargo de la selección adulta, con miras a la clasificación a Qatar 2022, hoy la figura se presenta diferente: el nuevo jefe de menores no será necesariamente el técnico que conduzca al combinado absoluto en las eliminatorias que inician en 2020.
Las razones se caen de maduras. No hay en el mercado un técnico de las características de Rueda que garantice un trabajo serio en menores y que a la par tenga credenciales de sobra para asumir un cargo de la envergadura de la selección mayor. Por ello, las autoridades de la FPF han preferido no hacer experimentos y, en cambio, virar la idea inicial y buscar un DT especialista en la formación de menores, que no necesariamente será el encargado de pilotear a la blanquirroja en la eliminatoria mundialista rumbo a Qatar.
El planteamiento inicial tiene lógica. Una cosa es con Rueda, y otra muy distinta sin él. De nada serviría el encaramarse en una búsqueda por un técnico que reúna las cualidades del colombiano, sobre todo en un contexto como el peruano, que no genera demasiados incentivos para un técnico A1.
Por ello, la alternativa del uruguayo Fabián Coito se antoja interesante, sobre todo por la experiencia formativa del hoy técnico de menores de la selección uruguaya. Hace bien Oblitas y compañía en no embarcarse en modelos novedosos de convergencia deportiva, y que apueste, en cambio, por el viejo refrán de “zapatero a tus zapatos”. Quien asuma la dirección técnica de menores debe ser un técnico con amplia trayectoria en la formación de jugadores y de un estilo de juego, que conozca de psicología deportiva, alimentación y tenga una probado manejo de grupos de menores.
Por otro lado, el DT que tenga por misión clasificar a Qatar 2022 debe tener las credenciales correspondientes: éxito en clubes y selecciones mayores y capacidad para convocar y negociar con dirigentes, clubes y jugadores.
Hoy por hoy, Gareca es una muestra de esta segunda categoría, aunque el argentino sea un debutante en el manejo de una selección. A estas alturas, y con el nefasto pasado reciente de nuestra selección, tampoco se podía aspirar a mucho más. Esperemos que con miras a Qatar, y con la ayuda del ‘Tigre’, este panorama cambie y nuestra selección sea un cupo atractivo para los llamados técnicos A1.