Más allá de lo que pueda pasar o no en el Mundial, me emociona más lo que suceda después. Mucho se ha hablado del efecto que una clasificación causa en los futbolistas, en el deporte de un país -tanto en el aspecto dirigencial como logístico- y en algunos agentes externos, como hinchas o empresas, que deciden apoyar más y sin condiciones. no obstante, si hay un grupo que se debe ver más influenciado, son los jóvenes: aquellos que jugaron, durante años, sin una meta real, pensando que firmar por un club extranjero y ganar millones era todo a lo que podían apuntar. Hoy, la meta es tangible, más real. Su recompensa al esfuerzo es ir al Mundial, algo incomparable.
Una historia conocida y repetida en el Perú es la del juvenil que sale con un sueño del país, pero dura poco afuera. No se acostumbró, perdió los ánimos o no rindió. Los motivos sobran. O también pasa con los que la ‘rompen’ y son estrellas acá, pero luego pierden el tiempo y sus convicciones. Hacen a un lado la disciplina, como si no importara destacar, y dejan que las oportunidades se vayan.
Sin ganas de asumir el trabajo de un psicólogo, pienso que una de las razones de que esto sucediera era que ellos no veían que, en un país como el nuestro, logren grandes cosas deportivamente. “¿Para qué esforzarse? Si en el mundo nos ven por encima del hombro y las oportunidades son nulas”. “¿Para qué sacrificarse? Si lo máximo que puedo es ser convocado a la selección, lo que no te asegura nada”. Por ello, casi siempre perdían el sentido. Se dejaban llevar por la corriente y eran más noticia en espectáculos que en deportes.
Sin embargo, eso cambia con el Mundial. Ahora, está claro que Perú puede lograr algo; que hay una recompensa al sacrificio, a la disciplina y a entrenar diariamente. El joven de hoy mira al 95% de la selección jugando en el extranjero, al equipo ganando a países de Europa y piensan: “Puedo estar ahí. Quiero estar”. Así que se esfuerzan el doble para lograrlo. Quieren ser titulares, emigrar cuanto antes, meterse en los ojos de los entrenadores y mostrar su buena conducta. Qatar es su obsesión. Sueñan con ello. Y eso es clave.
Es importante que clasifiquemos, porque antes de que el jugador cometa un error, va a pensar en que esa puede ser la razón para no ir al Mundial. Y no se sorprendan de que este año, el próximo y los que vienen, aparezcan más jóvenes con hambre de gloria. Perú ahora es mundialista y se vienen mejores cosas.