En un arrebato de nostalgia, algunos periodistas y gente vinculada al fútbol se han permitido soñar con la posibilidad de que la historia de Melgar en la Copa Libertadores alcance los niveles de lo hecho por Cienciano en la Sudamericana del 2003. Es prematuro pensar en ello, pero lo que ha mostrado el equipo arequipeño en estos primeros partidos -dejando en el camino a la ‘U’ de Chile y teniendo asegurada media clasificación a la fase de grupos tras vencer a Caracas- deja cuando menos una sensación grata.
Sin embargo, obnubilados por los resultados, hemos dejado pasar una realidad palpable y preocupante. Sin ir muy lejos, el propio técnico de Melgar, Jorge Pautasso, nos lo recordó tras la victoria ante Caracas el último martes: “Hemos jugado dos partidos en 48 horas y nadie dijo nada”. Es cierto. El domingo, Melgar perdía 0-3 en casa contra Municipal y era evidente que Pautasso pensaba más en Caracas que en ese partido. Por supuesto, lo anterior no es culpa de ‘Muni’; que quede ello claro.
En el 2012, la FIFPro reclamó la introducción de un periodo mínimo obligatorio de descanso para los equipos de tres días entre dos partidos. Esta petición se basaba en un estudio realizado por el entrenador y fisiólogo holandés Raymond Verheijen, cuya tesis se concluía a partir de los resultados de 27,000 partidos de alto nivel. “Verheijen demuestra de forma convincente que un periodo de recuperación de dos días es insuficiente, y que las oportunidades de obtener buenos resultados en el segundo encuentro son considerablemente reducidas”, afirmaba la FIFPro.
Por esos días, la recomendación fue que todas las Federaciones tomen en cuenta esta solicitud; pero solo Portugal se alineó. En la actualidad, técnicos como Jürgen Klopp (Liverpool) han expresado su malestar por tener que jugar partidos en un lapso de tiempo tan corto. Estamos hablando del Liverpool, uno de los finalistas de la última Champions, con un plantel mucho más nutrido que cualquier otro cuadro del Perú y buena parte de Sudamérica, sino toda. Tal vez un poco de coherencia no nos vendría mal.
Sin embargo, el tema de fondo no es precisamente el periodo entre partido y partido, sino la ayuda que en este punto pueda dar la FPF a nuestros representantes. Pautasso fue enfático al decir que la Federación no ayudaba a Melgar y, visto así, es completamente cierto. La pregunta se cae de madura: ¿esa ausencia de ayuda al momento de programar o reprogramar partidos se replicará cuando Alianza Lima y Sporting Cristal inicien su participación en la Copa? De no ser así, asistiríamos a una aberrante muestra de falta de equidad, injusta por todos lados y descalificadora a más no poder. Dicho ello, lo lógico y saludable sería que la FPF evite, en la medida de lo posible, que los equipos que compiten en dos frentes cuenten con tan poco tiempo de recuperación. Es cuestión de usar lógica y nada más.