:quality(75)/arc-anglerfish-arc2-prod-elcomercio.s3.amazonaws.com/public/QWYUGM4IVVH65CGEOUX43XHVWU.jpg)
El torneo local es el bálsamo ideal para matar la resaca dejada por la Copa América, una dosis severa de realidad que nos estaciona con los pies bien puestos sobre la tierra, es el mecanismo por excelencia que nos recuerda lo que somos, dónde estamos y, posiblemente, hacia dónde vamos.
Pero esta realidad, cruda como pocas, no es algo de lo que sirva renegar. Esto parece tenerlo bastante claro el técnico de la selección, Ricardo Gareca. No existe mejor manera para entender lo que una selección puede conseguir que echándole un vistazo al campeonato nacional, se trata de nuestra cara, el termómetro fiel de nuestra situación.
Para Gareca la selección gira en torno a una base hilvanada a partir del fútbol de nuestro medio. Las carencias propias de esta época impiden que cualquier seleccionador en el mundo pueda trabajar de manera sostenida con su universo de jugadores. La apuesta de Gareca es arriesgada y compleja, pero, a la larga, es posible que sea la única capaz de generar cierto resultado.
En lo personal, considero que el detalle de decidir que Carlos Lobatón sea capitán responde a dicha tendencia. El mejor jugador del campeonato local lleva la cinta, eso constituye un mensaje, una idea, un punto de partida.
Gareca quiere contar con su base, tenerla al alcance de la mano y no limitarse ante los caprichos de las fechas FIFA. Solo de esa manera su trabajo traerá frutos. Jugadores como Zambrano, Guerrero, Vargas, Pizarro, Reyna y Advíncula son piezas importantes pero no claves en la propuesta de Gareca a largo plazo. Hoy por hoy son irremplazables, pero la idea es que simplemente se sumen a esa base.
Por supuesto, como toda apuesta, la de Gareca tiene un riesgo y este se centra en la complejidad del medio local para un futbolista. Lo ideal es que los jugadores emigren no solo en vías de su crecimiento deportivo, sino también con la finalidad de ‘desintoxicarse’, si los jugadores se quedan en este campeonato, no cabe duda de que su proyección futbolística se verá frustrada; los jugadores deben irse y, con cada partida, la base de Gareca sufrirá un cambio, entonces el ‘Tigre’ apelará al universo del torneo nacional para remediar la situación. La apuesta es arriesgada, pero parece la más sensata de todas.