Otro mundial es el que debió empezar a jugar la Federación en su titánica lucha por conseguir la permanencia de Ricardo Gareca como entrenador de la selección peruana. Son muchos, obviamente, los factores que el argentino evaluará para tomar una decisión. El proyecto deportivo que la FPF le ofrezca -y que seguramente ya le ofreció- además del elemento económico, son seguramente gravitantes en este escenario. Sin embargo, las posibilidades profesionales que se han aperturado para él tras su periplo exitoso con la bicolor también tienen potencial para imponerse al momento de hacer cuentas. El ‘Tigre’ es apetecido por mercados de solvencia económica, que además representan un crecimiento profesional atractivo y ambicioso.
Otro principio que debería regir en el tiempo que el argentino se tome para meditar sobre su futuro será seguramente el factor humano. Gareca ha sembrado lazos de carácter familiar con los jugadores y de mucho afecto con los círculos de labores que lo rodean. Ese engranaje feliz es capaz de fastidiar cualquier indicio de partida. Su comodidad emocional y la empatía que haya construido con otros protagonistas del trabajo de seleccionador; como dirigentes, clubes y prensa, también deberían -en porcentaje tal vez menor- influir en la decisión final.
Gareca es un técnico que ha sabido responder a las situaciones difíciles con criterios alejados de la emotividad. Ya lo demostró y he ahí la duda de si esas interminables muestras de afecto y agradecimiento del hincha nacional tengan efecto sobre su juicio.
No hay mucho tiempo. Los amistosos ante Holanda y Alemania están a la vuelta de la esquina y en el 2019 se vienen la Copa América y las Eliminatorias a Qatar 2022. Si no es Gareca, el radio de posibles alternativas luce, a primera vista, reducido. Con lo hecho en estos últimos tres años, la mejor ejecución sería la de replicar lo conseguido por la Asociación uruguaya, que bajo el mando de Óscar Washington Tabárez ha conseguido asistir a tres mundiales consecutivos, siempre con rendimientos destacables. Tabárez lleva 12 años de seleccionador en un ciclo formidable. Es bonito soñar, aunque las circunstancias en un medio más carnicero como el nuestro lo hacen difícil de creer. Toca esperar al veredicto de Gareca o la reacción de la FPF en caso el ‘no’ se imponga. El equipo está y el potencial, también.