Guardar silencio no es cosa simple. No hay menos debilidad o imprudencia en callar cuando uno está obligado a hablar que ligereza e indiscreción en hablar cuando se debe callar. Es así de simple, de concreto.
Callar no es para cualquiera, para callar es necesario valorar el hablar en su justa medida. Para aprender a comer palabras es imperioso haber dicho muchas. Solo se interrumpe el silencio cuando se tiene que decir algo que es más importante que callar.
Las excusas impresentables no dignifican el habla, las justificaciones tardías corrompen el decir. Hablar para explicar por qué trabajamos mal es hablar por hablar, pero nunca decir nada. Culpar al contexto, al escenario, a la coyuntura o a la adversidad de nuestra incapacidad es gastar palabras.
Hay un tiempo para callar, igual que hay un tiempo para hablar. Cuando vas mal, cuando no colmas las expectativas que generaste, cuando decepcionas y no das luces de alguna mejora, no es tiempo de hablar y mucho menos de la incapacidad, defectos y problemas de otros. Porque hablar cuando todo está mal es fácil pero imprudente, porque cuestionar el rendimiento de los tuyos es casi desleal.
Cuando se habla, uno deja de ser dueño de sí porque el discurso nos desnuda, nos expone y cuando el temporal azota no es recomendable parlotear porque uno se hace más vulnerable, menos hablar de otros.
Es propio de un hombre valiente hablar poco y realizar grandes gestas para que el resto deje de hablar.
Pero callar, callar es de sabios porque solo ellos saben cuándo hacerlo. Cuando nos ofendemos, cuando lo que se dice nos molesta, nos perturba o se nos hace injusto toca hablar lo necesario, no callar, ni mucho menos mandar a callar o disponer el silencio de los nuestros. Si algo que se dijo nos molesta, el silencio no hace más que concederle ventaja a nuestro pesar y pinta de certeza aquello que nos aflige.
Hablar es gratuito y por eso cualquiera puede hacerlo. Mañana las palabras se agotan y todo se dirá durante noventa minutos en un campo de juego. Hablará el fútbol y callará quien tenga que callar.